Ianchaak. Un viaje al reino de los moches
El sonido de la trompeta se oía cada vez mas cerca, José cogió la vasija y se la acercó a los labios. Luego cerrando los ojos, tomó el trago amargo que estaba reservado para él.
Unidos por un mismo destino que no llegaban a entender, los tres amigos se abrazaron , juntaron sus cabezas y compatieron el calor el temblor de sus cuerpos. El perro se situó al centro del círculo que formaron José, Sam y Caty.
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EDITORIAL SM